"Si en la Primera Escuela se enseñara a Raciocinar, habría menos embrollones en la Sociedad, empachados de silogismos salen los jóvenes de los Colegios a vomitar Paralojismos, por las tertulias, de ahí vienen los sofismas, que pasan por razones, en el trato común y llegan hasta ser razones de Estado en los Gabinetes ministeriales"
SIMÓN RODRIGUEZ

martes, 8 de marzo de 2011

PRODUCCIÓN

Gobernar lo menos que se pueda: dejar a cada uno que haga lo que quiera, si la ley no lo prohíbe, porque el hombre, al entrar en sociedad, se reserva ciertas libertades; para reprimir el desorden castigando al que delinca…máximas hermanas del…”cada uno para sí”.

Industria! Comercio!, Banco! Crédito Público!, en boca de unos Pueblos que apenas empiezan a salir del cascaron…¿no será Presunción? Cuidado…

En el sistema antieconómico (llámese SISTEMA, si se quiere) de concurrencia o de oposición, el productor es victima del consumidor, y ambos lo vienen a ser del capitalista especulador. Las libertades mal entendidas, de hacer cada uno lo que quiere en su taller o en su campo, dan a la casualidad lo que debiera esperarse del cálculo: hacen del agricultor y del fabricante instruidos unos optimistas, y de los ignorantes unos agoreros: los primeros atribuyen sus perdidas a la fortuna, y los segundos a lo que les dicen o a lo que se les antoja decir.

Por máxima reguladora de la Economía, dígase antes de emprender: Los productores se han de consultar para no producir más de lo necesario.

En la producción superflua está la desgracia del hombre: por ella pierde y se empobrece: la pobreza lo somete a condiciones duras, y, al fin, la miseria lo vende al capitalista. ¿Cuántos descendientes de ricos hacendados no se ven hoy de mendigos o de tahúres? Por eso no dejan los economistas de prodigar elogios a la agricultura ni de recomendar altamente al honrado labrador. Hasta los poetas toman a su cargo el hacernos creer que la gente del campo es feliz, especialmente los pastores, porque pasan todo el día durmiendo. Églogas, Idilios, Villancetes, para las bibliotecas de los señores. Crasísima ignorancia, hambre y grosería en las chozas de los siervos.

La importancia mental somete, la importancia física esclaviza. El hombre ignorante no sabe gobernarse, ni el miserable puede defenderse: muda el uno de estado y el otro de señor, pero ninguno muda de condición, la felicidad de ambos consiste en creer que están mejor.

Si los Americanos quieren que la Revolución Política que el peso de las cosas ha hecho y que las circunstancias han protegido, les traiga verdaderos bienes, hagan una Revolución Económica y empiécenla por los campos; de ellos pasará a los talleres, y diariamente notarán mejoras que nunca conseguirán empezando por las ciudades. Venzan la repugnancia de asociarse para emprender y el temor de aconsejarse para proceder. Formen Sociedades Económicas que establezcan escuelas de agricultura y maestranzas en las capitales de provincia, y las extiendan, cuando convenga, a los lugares más poblados de cada una que designen el número de aprendices y hagan reglamentos, para que los maestros no hagan de sus discípulos sirvientes domésticos.

Que no consientan que el comercio asalarie por su cuenta a los obreros, para reducirlos a la condición de esclavos: que enseñen a despreciar la manía de querer exportar lo que no existe, o lo que no se pide, o lo que no se necesita en el país: que fomenten el comercio interior con lo que produce fácilmente cada lugar, y que hagan entender a los productores que el que no tiene lo necesario no debe pensar en sobrantes. Que piensen en ordenar y en dirigir antes de mandar: que no permitan errar, por el gusto de quejarse del mal que traen los yerros…en fin, que no den imposible lo que no hayan puesto a prueba.

Cuando las Sociedades Económicas oigan decir: ¿Quién ha visto eso?¿En que país culto se hace? Peor sería si se hiciese…Responda: no estamos en Inglaterra ni en Francia. La ignorancia y la pereza están siempre en Pretérito imperfecto de subjuntivo. El que lo hace, nunca yerra: más vale errar que dormir.

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