"Si en la Primera Escuela se enseñara a Raciocinar, habría menos embrollones en la Sociedad, empachados de silogismos salen los jóvenes de los Colegios a vomitar Paralojismos, por las tertulias, de ahí vienen los sofismas, que pasan por razones, en el trato común y llegan hasta ser razones de Estado en los Gabinetes ministeriales"
SIMÓN RODRIGUEZ

martes, 8 de marzo de 2011

LA GRAMÁTICA Y LA POLÍTICA

En muchas oportunidades el maestro hace comparaciones entre la lengua y el gobierno. Por ejemplo, en la introducción a sus Sociedades Americanas presenta un paralelo entre ambas y nos va mostrando cómo la anarquía en la lengua tiene que ver también con la anarquía social. Pero no era solo el caso de buscar símiles. Es que la política se fundaba también en un lenguaje adecuado.

“no se ha de andar jugando a la Pelota con los hombres ni con las cosas. Verdadera POLÍTICA y verdadera GRAMÁTICA”

El lenguaje esra un instrumento de comunicación válido para expresar el sentido, para la relación social, para el conocimiento y, cosa que don Simón quería cambiar, para el ejercicio del poder. La mención que hace sobre la posibilidad de que vinieron a nuestros países maestros extranjeros es muy precisa; nos quitarían el habla, no nos quedaría recursos ni para pedir pan. Se trataba de mejorar el idioma, de frenar su deterioro. Recordemos la propuesta de captar los procesos sociales en totalidad, el lenguaje era una pieza clave para ello.

“-ENSEÑARÍA (a la infancia) a Pronunciar, a Articular, -a fijar la significación de las voces, i la propiedad de los términos, -a dar, a las Frases, el ENFASIS, que pida el Pensamiento. –expresar, con propiedad, las ideas, notando la Cantidad y el Tono que deben distinguirlas: porque, tan necesaria es la Cantidad en la Sílaba, para que sea Palabra, como el Tono en la Palabra, para que la locución exprese el Sentimiento”.

La Relación en recordar todo el significado de la “perspicacia espiritual”, aquello de sentir bien, de captar con sentido estético. Y había más de una lengua: “CASTELLANO i QUICHUA, el 1ero es de OBLIGACIÓN, i el 2do…de CONVENIENCIA, ¿Es Posible? que vivamos con los indios sin entenderlos?! Ellos hablan bien su lengua, i nosotros, ni la de ellos ni la nuestra”

Reitera nuestro autor en otros lugares la necesidad de hablar la propia lengua y la de conocer la de los indígenas. Se queja de que nos enseñen historias de caldeos y asirios y nada de los antepasados americanos. Había que dejar atrás la enseñanza del idioma como un mero conjunto de sonidos que nadie terminaba de entender, ya que enseñar “es hacer comprender”

“Los Sonidos (supongamos) que para el Maestro son Palabras, porque significan, para el Discípulo no pasan de simples sonidos –i si sobre signos, sin significados, se le dan, por significados, otros signos ¿Cómo le quedará la cabeza?”

Con otros términos se señala algo similar a la imagen de las cucarachas que todo lo cubren. Igual se hace con los estudiantes, cuando se los somete a un discurso aburrido, domesticado, cuando se los condena a hacer solo lenguaje, pero vacío, ahuecado, sin sentido, una cabeza cubierta de cucarachas, por dentro. Por eso insistirá:

“Leer no es estropear palabras por ganar tiempo, sino dar sentido a los conceptos: por consiguiente, el que no entienda lo que está escrito, no debe leerlo”

Ni leerlo ni expresarlo, por cierto. Y es que la comunicación social que soñaba, buscaba, enseñaba el maestro, requería de un conocimiento de las cosas, de los seres y del lenguaje. Don Simón nunca propuso congelar nada de las cosas del hombre. No anduvo predicando sobre paraísos perdidos ni proponiendo sociedades que ya no cambiarían más. Sin embargo, su preocupación por el sentido lo llevó a percibir lo que podía ocurrir con el deterioro del lenguaje. Para el momento que vivían las jóvenes repúblicas, cierta estabilidad en los significados, cierta constante de sentido, era necesaria, ya fuera ésta la que había sido útil anteriormente o la que habría sido útil anteriormente o la que habría que crear para, y con la “jente nueva”.

“La degeneración de sentido en las palabras nos demuestra la ignorancia o la perversidad del hombre: al recordarnos cada signo lo que valió, nos advierte que lo mejor puede volverse malo o hacerse mal”.

Por ello pedía evitar en el alfabeto los adornos, las letras con colas, uñas y dientes; pedía la simpleza en la grafía, para llegar al “esplendor de la claridad”. Y rechazaba los intentos de innovación de las formas del lenguaje, propuestos por la escuela lancasteriana, porque la función de aquél era la de comunicar y para ello había que hacerlo comprensible. Lo que no significaba, insisto, negar la creación, la iniciativa, sobre todo de los jóvenes. De hecho, como veremos en el capítulo siguiente, el maestro buscó formas distintas para su lenguaje, a fin de acentuar la significación, de llegar con más fuerza a sus destinatarios.

“La Juventud americana necesita abrir los ojos sobre su situación política, y los niños tienen que aprender a leer: los jóvenes que han de remplazar a los padres de hoy, deben pensar y escribir mejor que sus abuelos, si quieren que en América haya Patria y Lengua”.

Mencionamos esta última preocupación en el capítulo introductorio a nuestro trabajo. La fundación de la patria requería de la lengua. Pero nuestro autor no se detuvo en esa propuesta. Desarrolló todo un sistema de presentación del discurso escrito para acercarlo, en primer lugar, a los énfasis propios del oral, y para recuperar todo lo que el pensamiento intenta transmitir. Un lenguaje válido para retener, expresar, el sentido. También esos recursos eran necesarios para la utopía, don Simón proponía un discurso nuevo para la “jente nueva”.

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