"Si en la Primera Escuela se enseñara a Raciocinar, habría menos embrollones en la Sociedad, empachados de silogismos salen los jóvenes de los Colegios a vomitar Paralojismos, por las tertulias, de ahí vienen los sofismas, que pasan por razones, en el trato común y llegan hasta ser razones de Estado en los Gabinetes ministeriales"
SIMÓN RODRIGUEZ

martes, 8 de marzo de 2011

LAS TÁCTICAS DE LA PALABRA

“Hablar a cada uno en su lengua es la táctica de la palabra”…Esa afirmación, hecha por nuestro autor es el Galeato a sus Luces y Virtudes Sociales, nos ilumina buena parte de su trabajo. La táctica de la palabra ocupó su interés en todo momento: había que adaptarse a los distintos interlocutores y había que dejar atrás viejas tácticas. Estas eran, en especial, formulas retóricas, ancladas en privilegios de la Colonia:

“En los exámenes no ha de haber, como en Europa, discursos Académicos, Funciones con iluminación, Refresco, Música y Pastelitos, el Gobierno, no será llamado! ni filantrópico!. Los Muchachos, no serán tiernos Pimpollos! ni esperanza de la Patria!. Los Maestros, no habrán recogido frutos precoces! de incesantes desvelos”

Ese palabrerío, que no ha desaparecido del todo de nuestros países, servía para resaltar formas de vida que don Simón quería superar. Denunció siempre el uso de palabras “ahuecadas”; a quienes sueltan toda una verborrea y no tienen base para fundamentarla. Se divertía recordando a un sujeto que “caía en magnitudes” para expresarse “¡Qué arbolazo! ¡qué culebrones!”, cuando no sabía como mostrar algo que apenas si conocía. Uno de los antagonistas más fuertes de la Defensa de Bolívar es l antigua retórica, expresada también en fórmulas de la vida cotidiana.

Pero el maestro no cayó en la trampa que nos viene acechando hasta nuestros días: me refiero al intento de negar, a nombre de un discurso orientado a la verdad, cualquier concesión a los destinatarios. Pienso en la tendencia educativa a descalificar todo elemento retórico, como si se tratara de algo maligno en sí. Hemos revisado este tema en nuestra obra Voluntad de verdad y voluntad de espectáculo. Recordemos aquí que a nombre de formar a los jóvenes en la “verdad”, se ha pretendido en más de una ocasión someterlos a un discurso carente del más mínimo atractivo.

Tal atractivo no dejó de ocupar nunca al maestro. Si se trataba de dejar atrás tácticas de la palabra que poco y nada aportaban a la creación de la “jente nueva”, había que buscar otras, válidas par los contemporáneos y las generaciones futuras.

“MAESTRO es el dueño de los Principios de una CIENCIA, o de un ARTE, sea Liberal, sea Mecánico, i que transmitiendo sus Conocimientos sabe hacerse ENTENDER i COMPRENDER, con GUSTO”.

No cualquiera esra dueño de ese arte. Para la “jente nueva” se necesitaban seres preparados para educar, no para divulgar. Esta distinción es presentada por don Simón cuando se refiere a la necesidad de la Escuela Popular. Lo que se ha hecho hasta entonces es divulgar, sea a través de pregones o de la enseñanza. Pero divulgar no es educar. Una formación distinta implica la necesidad de “jerenalizar” ciertos principios, los llamados a formar un común sentir.

“Se DIVULGA todo lo que se difunde en el vulgo, por medio de pregones, carteles o gacetas, pero no se jeneraliza sino lo que se extiende CON ARTE, para que llegue SIN EXCEPCIÓN a todos los individuos de un cuerpo”

Pregones, carteles y gacetas eran los medios de entonces, medios de divulgación, para utilizar el término, sin duda más correcto que el de “comunicación”. La mera exposición a la información no aseguraba, ni ha asegurado nunca, una educación. “Extender con Arte” significa una relación distinta a la de la recepción de algún mensaje. El tan mentado valor educativo de los medios, queda aquí puesto en cuestión.

No obstante, nuestro autor se mantiene fiel a las “diferentes tácticas de la palabra” y reconoce la necesidad de adaptarse también al interlocutor tal como es, y no tal como podría ser a partir de la educación. En carta a Bolívar de 1825 le dice: “No olvide U. que para el hombre vulgar todo lo que no está en practica es paradoja”. En Sociedades Americanas insiste en la necesidad de la relación entre los discursos dirigidos al pueblo y la situación de éste:

“Que por mas que se trabaje en desimpresionar a los pueblos de la idea que tienen formada de su suerte, nada se conseguirá, sino se les hace sentir los efectos de una mudanza. ¿Cómo se hará creer a un hombre, distinguido por ventajas naturales, adquiridas o casuales, que el que carece de ellas es su igual?¿Cómo, por el contrario, creerá otro que nada le falta, cuando esta viendo que carece de todo? Y ambos, ¿Cómo se persuadirán que han pasado a otro estado, si se ven siempre en el mismo?. Se discurre, se promete, se hermosean las esperanzas…¡pero nada de esto te toca! El hombre sencillo no gusta de hipótesis, porque no sabe suplir (…tal vez no puede…) Procédase de otro modo y se excitará su sensibilidad”.

“Nada de esto te toca”. La alusión a los límites del discurso, cuando se lo confronta con l apropia situación. hay un pasaje precioso que el GALEATO, donde don Simón se defiende de la acusación de meter toros en políticas, esto es, en cosas serias. Dedica dos páginas a recuperar las formas coloquiales en que aparece el toro o alguna figura derivada del toreo, y concluye:

“¿Con qué otra cosa, pues, que con TOROS y con CUERNOS, se hará entender mejor, el que quiera persuadir a un pueblo acostumbrado a hablar con un TORERO?”

Y en el mismo Galeato rechaza la acusación de que enseña con “cuentecitos”. Don Simón conocía muy bien el valor del relato para llegar a destinatarios. En muchas oportunidades recupera técnicas del mismo, nos recrea una situación, nos pone frente a personajes enfrentados, nos crea un clímax. Habría que revisar buena parte de su obra a luz del relato.

“Los cuentos también tienen sus reglas, y la principal es, que aunque lo que se dice sea supuesto, lo que se quiere decir se cierto, esto es, aplicable a cosas ciertas. El cuento sin referencia, es mera relación de un hecho, cierto o verosímil –el cuento bien aplicado es una moralidad”…La alusión a la “verosimilitud” no es nada casual, el maestro sabía muy bien de lo que hablaba, conocía bien sus técnicas. Las tácticas de la palabra tenían por destino la persuasión y el convencimiento. La primera se practicaba con el que sentía algo, el segundo con el que sabía, pero a la vez sentía. En Crítica de las Providencias del Gobierno aparece es distinción. Lo interesante es que, aún en el caso del convencimiento, no desaparecía el sentir. Por eso afirmaba en Luces y Virtudes Sociales.

“Lo que no se hace sentir no se entiende, y lo que no se entiende no interesa; llamar, captar y fijar LA ATENCIÓN, son las tres partes del arte de enseñar, y no todos los maestros sobresalen en las tres”

Recordemos que en el trabajo sobre la perspicacia espiritual habían aparecido expresiones como “gusto” y “sentir bien”. Del lado de quienes debían contribuir al desarrollo de la perspicacia había que tener en cuenta también la sensibilidad. Si se enseñaba a “sentir bien” a través de un arte, y no por medio de la divulgación, era posible que los jóvenes aprendieran a percibir su propia situación y a expresarla. De esto último nos ocuparemos en el capitulo siguiente. Por la educación había que comenzar a romper el círculo vicioso de una comunicación viciada, o una falta de comunicación.

“Si he dado aquí mi parecer, con la práctica, ha sido para ayudar a esta pobre gente a levantarse del abatimiento en que la tiene, la falta de comunicación. Entiendo por pobre gente, la que por condición social, vive en la abyección”.

Las tácticas tenían. pues, un sentido. Había que pensar en extenderlas a los jóvenes, en hacer que ellos se apropiaran de tales recursos de comunicación.

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