¿Y si el lenguaje fuera también una fiesta?. La Capacidad de gozar con la palabra ha sido brutalmente excluída de la escuela latinoamericana. Los niños son sometidos a un lenguaje carente de la más mínima palpitación, domesticado, tedioso. Toda la riqueza de ese recurso que nos hace humanos se ha convertido en un sistema de reglas y prohibiciones, en una tortura, en un foco de frustraciones y tensiones.
La fiesta del lenguaje es vivida fuera de la escuela, en las relaciones cotidianas, en el retruécano, la burla, el doble sentido, el chiste, el juego de palabras, el sentido de oportunidad, la imitación, el uso de diminutivos y exageraciones… La fiesta del lenguaje ha sido siempre un modo de encuentro entre los seres, un sistema de reconocimiento. Cuando empieza a faltar es que algo se está muriendo en determinado grupo social. Los seres, las sociedades, también se secan, se marchitan, y esto no tiene por qué no manifestarse en el lenguaje. Cuando desaparecen la alegría, el color, la vida, la energía en las diarias expresiones, algo se esta muriendo.
Todo estuvo vivo en el discurso de don Simón hasta el final, aun en las cartas y tinta para escribir, la vida brotaba por todas partes. Sus propuestas explícitas en cuanto a la forma que se refiere al discurso tuvieron su constante confirmación en el uso de imágenes, en la burla (no la que daña, sino la que juega con sonrisa abierta), en el tono polémico, en las increíbles pinturas de sí mismo y de otros seres. Su esplendido estilo no soo se manifestó en las propuestas de pintar con la palabra; puso en obra esas propuestas, no dejó de pintar nunca. Ello incluso en las obras certificadas. Su escrito sobre La desviacion del río Vincoya termina así:
“¡¿Quién creería que una ACEQUIA diese motivo para escribir tanto? O el que escribe es un hablador y ha aprovechado de la acequia, O la acequia estaba reventando por hablar, y ha aprovechado del escritor”.
Donde esa capacidad alcanza su máxima expresión es en la Defensa de Bolívar. Allí nuestro autor se debate contra quienes tenían el poder, contra los realistas de viejo cuño y contra las opiniones cotidianas. Nos introduce argumentos, nos muestra personajes de una sola, certera pincelada, nos recrea diálogos, nos agita refutadores, nos trae a cuanto refranes, libelos, declaraciones, caras. Todo un cuadro social a través de un torrente discursivo. Para pintar en totalidad es preciso expresarse en totalidad.
Y con respecto a la tradicional imagen de la justicia:
v Pensar en totalidad.
v Cultivar la capacidad de sentir bien las diferencias.
v Consultar las circunstancias.
v Fundar el discurso político en una utopía democrática.
v no reglamentar la vida ajena.
v Cultivar ideas, principios.
v Relacionar teoría y práctica.
v Reconocer a los medios su cualidad de medios.
v Aprender a pintar con las palabras.
v Reconocer que el destino de la patria pasa también por el lenguaje.
v Distinguir la lectura y la escritura de despacho de la comunicación social.
v Aprender a escribir con gusto, a instruir agradando.
v no renunciar nunca a la fiesta del lenguaje.
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