"Si en la Primera Escuela se enseñara a Raciocinar, habría menos embrollones en la Sociedad, empachados de silogismos salen los jóvenes de los Colegios a vomitar Paralojismos, por las tertulias, de ahí vienen los sofismas, que pasan por razones, en el trato común y llegan hasta ser razones de Estado en los Gabinetes ministeriales"
SIMÓN RODRIGUEZ

martes, 8 de marzo de 2011

LA FORMA ES UN MODO DE EXISTIR

He tomado esa frase textual de Luces y Virtudes Sociales, porque en ella se sintetiza la concepción del maestro sobre el lenguaje. Los pensamientos, las ideas, los principios, requieren para su presencia social de una forma adecuada. Sin ella o bien se llega a no ser comprendido o se lleva a los destinatarios al tedio, a la confusión. Quede claro, forma en función de pensamientos, ideas, principios. Ningún desliz a lo largo de la obra hacía algún tipo de formalismo, ningún estecismo mal entendido. Sí, el juego con los sentidos, sí la enseñanza con gusto, sí la percepción del sentido también a través de la forma que se da al discurso.

Con estas últimas seis palabras (forma que se da al discurso) don Simón introduce su percepción del lenguaje. Son páginas preciosas que hemos incluido en nuestra sección Documentos. Las publicó el maestro en sus Luces y virtudes sociales, cuando vio la necesidad de mostrar las claves de sus propuestas discursivas. Hay allí una líneas que se ligan directamente con lo de la forma como modo de existir.

“No se trata de la importancia de la Palabra porque no hay quien la conozca, La Importancia de su PINTURA la conocen pocos bien, muchos…si piensan en ella no obstante, Se puede pintar sin hablar, pero no hablar sin pintar”.

El símil no puede ser más sugerente: quien pinta algo más que lo que aparece a la mirada en las monótonas líneas de los libros. La página se convierte, se recupera, como un espacio visual. Don Simón quizá percibió algo de esto en Europa. Ya aparecían las publicaciones que buscaban llamar la atención al lector. Fourier, por ejemplo, utilizaba algunos gruesos caracteres en sus escritos. Pero las posibles influencias interesan poco aquí. En la lectura que hemos hecho de los pensadores utópicos del XIX no hemos encontrado una propuesta como la del maestro. Y es que la recuperación de la página como espacio visual se liga al resto de su pensamiento con una coherencia endemoniada. En efecto, desde las propuestas de lectura en totalidad de la propia situación social hasta el pedido de pintar con palabras, hay una continuidad que va del sentido descubierto al sentido expresado, transmitido, compartido. Si se negaba para la primera fase la monotonía de la enseñanza, la parcialidad; no había por qué no atacar en la segunda las fallas de comunicación. En definitiva, la pintura con la palabra nos acerca lo más posible a la expresión oral, a una elocuencia fundada en principios, a una retórica educativa, para los sectores que todavía no están fuera de la ignorancia, y a una presentación de los temas por aforismos, para quienes ya saben.

Esa elocuencia fundada en una filosofía, en principios sociales y pedagógicos, es probable que el maestro la haya vislumbrado en la obra de Capmany, “Filosofía de la elocuencia”, escrita hacia 1777. La mención que hace de este autor no es casual (nada en su creación lo es); pero el desarrollo de la misma, la inflexión que le dio con respecto a la realidad de nuestra América, constituyen un aporte que muy pocos reconocieron en su tiempo, y que muy pocos reconocen hoy.

La forma se ligaba a pensamientos, a ideas, a principios:

“Observarán también a los jóvenes…que el arte de escribir se divide en 2 partes, 1ro. Pintar las palabras con signos que representan la boca (…) 2do. Pintar los pensamientos bajo la forma en que se conciben…(en la estructura de estas páginas se ve el ejemplo). En el modo de pintar consiste la expresión, y por expresión se distinguen los estilos. No se han de ensartar las ideas en un renglón, como las perlas de un collar –porque todas no son unas. El que lee debe ver en el papel, los signos de las cosas y las divisiones del pensamiento, Sin esto no lee bien.

Ahorrar papel es ahorrar expresión; y el lector en lugar de despertar la atención por la variedad de tonos y tiempos…..la adormece por la monotonía y por el isocronismo”

Las palabras son aquí inequívocas: la pintura está al servicio del pensamiento y hay que respetar tonos y tiempos. En otro pasaje afirmará que si para la música se utiliza mucho papel, vale lo mismo para el lenguaje. Equivocar tonos y tiempos equivale a equivocar el sentido, y es éste el que interesa. De allí que las palabras en el papel tengan que ofrecer a la mirada, a través de su pintura, toda la fuerza de la elocuencia, de la declamación incluso:

“El mismo profesor que reprueba la distinción de ideas, por la separación o por el aislamiento de lo escrito, tendrá, que valerse de algún escrito, tendrá, que valerse de algún arbitrio para distinguir hablando, cuando enseña a leer (si es que, la declamación entra en su enseñanza….si es que no está creyendo….como otros muchos….que solo en el teatro se declama, o que declamar es ahogarse en sus palabras, hacer contorciones y echar espuma por la boca”.

Si en nuestro tiempo se está bregando por volver al discurso oral, si se han multiplicado las denuncias a los límites de lo escrito, si la recuperación de la memoria histórica de diferentes comunidades se hacen preferentemente a través de los testimonios orales directos, si los colegas lingüistas vas descubriendo el discurso dicho, ante el que se nos presenta con toda pasividad en las páginas de los libros; si la escuela formal en nuestros países se apoya en un discurso domesticado, carente de la menor fuerza, de la menor emoción; don Simón eligió el camino de recuperar la expresividad sin dejar de lado lo escrito. Para ello había que romper con una tradición que pesaba entonces, y que ahora infinitamente más:

“La lectura es de despacho o de gusto: la primera es para escritorios, escribanías, relatorías, secretarías; porque es para informar, ayudarlo a la memoria. La segunda es para instruir, excitando sentimientos –la narración (subrayo lo que el subraya) es la especie más sencilla y necesita hacerse con mucho gusto, para interesar al oyente en los sucesos –la exposición pide algo más ¿Qué no pedirá el DRAMA?¿Serán mal empleadas algunas hojas de papel más, en obsequio de la intelección y en socorro del lector?¿Será más interesante divertir al oído que instruirlo?...¿Se ahorra papel en la música?...¿o se gasta todo el necesario, para ayudar al lector a descifrar lso conceptos, que ha de expresar cantando o tocando, en solo o en concierto?”

La lectura de despacho sigue siendo plaga en nuestro tiempo, en especial en el campo de la enseñanza. Pienso en los tediosos discursos, isócronos, monótonos, que deben soportar los públicos cautivos de la escuela primaria y media; pienso en las palabras que van y vienen, exangües, sin vida alguna; pienso en buena parte del discurso universitario. Don Simón tendría mucho que decir al respecto: la inmenza mayoría de los docentes universitarios no ha sido capacitada para la docencia, ese arte que permite llegar con gusto a los destinatarios. La expresión de despacho asoma en los textos, en las clases, en los discursos, en los libros. Se confunde información con formación y aquella aparece sin ningún recurso de comunicación. No es igual escribir para oficinas, escribanías, que hacerlo para jóvenes; no es igual hablar…

“Al Orador toca presentar sus Pensamientos bajo el punto de vista en que otros lo han de considerar. Por la facilidad con que el auditorio conciba, y Por la exactitud con que retenga, juzgará el orador del mérito de su trabajo. El Escritos tiene que disponer sus páginas para obtener el mismo resultado, luego el arte de Escribir necesita dl arte de pintar”

Ese paralelo entre el orador y el escribir sirve de base para la presentación del código que permite reconocer el sentido que el maestro pone en juego en la forma de su discurso. No son muchas las claves, pero su uso permite juzgar las divisiones del pensamiento y los énfasis de la inflexión de la voz.

“en el discurso HABLADO, los tonos y las Pausas, son los signos de importancia, el acento y las modulaciones, son los … F4 y relación. En el discurso ESCRITO, el tamaño y la variedad de los caracteres, indican los tonos; la separación y el aislamiento, de las frases, indican las pausas. La Separación se pinta poniendo a palabra o la frase entre puntos El aislamiento se pinta, poniendo, la palabra o la frase, en medio de la página. Las elipsis se pintan, poniendo un punto debajo de la palabra omitida.

Los Guiones indican relación; las Llaves la conexión, para ejecutar (subrayo lo que él subraya) esto es menester sentir”

¿Qué más decir? La palabra ejecutar nos remite a la música, a los sonidos, que en la página deberán ser pintados. No desarrollaré aquí la manera en que todo esto es relacionado con la formas de percibir y de pensar, con los paradigmas y los cuadros. Remito al lector al texto incluido en la sección Documentos. Señalo solo que el discurso tiene una terrible coherencia, una hermosa trabazón. Los paradigmas se forman también a través de la capacidad de sentir y los cuadros (las estructuras, diríamos ahora) se apoyan en los paradigmas. A la vez, para ejecutar la forma de lenguaje, es “menester sentir”.

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