No era, sin duda, una mera confrontación discursiva. A la base de ella estaban los intereses todavía muy vivos de la colonia. Los rumores, los libelos, iban de la mano de medidas muy concretas. Los hombres públicos eran atacados por la injuria y por las armas. Nuestro autor menciona entre otros a Rivadavia, O’Higgins, San Martín, Sucre. Asesinatos, atentados, destierros, nadie parecía ser digno de confianza en las jóvenes repúblicas. Y sin embargo, una reorientación del discurso, podía a los ojos de don Simón, aportar mucho a la vida Social. No era el caso de centrar toda la atensión, como se había venido haciendo (y por cierto, se sigue haciendo hoy), en el desarrollo de ciertas capacidades y destrezas. Frente a la creencia de que la primera escuela se reducía a primeras letras, el maestro planteaba una distinción que bien podríamos recuperar.
Ideas, comportamientos sociales, de un lado y medios de comunicación, de otro.
Durante mucho tiempo habían sido confundidos medios con fines. Esto lo llevó a afirmar “ideas, primero que letras”. Donde “primero” no significa negación, sino prioridad, antecedente. La escuela popular estaba llamada a desarrollar la sociabilidad, la capacidad de sentir común. Y también a dar los medios de comunicación para cumplir con esos fines, pero no para reemplazarlos. Porque sino se tiene ideas, qué se podrá leer, qué sentido se podría sacar al texto, a las propias circunstancias?
“¿Qué leerá el que no tiene ideas, excepto unos pocos Romances, que tratan de amores, cavernas y espantos, no hai lectura que se emprenda, sin ideas de la materia. Creer lo contrario, es pensar como aquel pobre campesino, que compraba anteojos para saber leer, porque veía ponerse anteojos para leer”.
¿Alfabetización para qué?, hay quienes han preguntado en nuestro tiempo ¿Para poner a la gente a disposición de la oferta de los medios masivos? Alfabetización sin conciencia, sin trabajo en común, sin percepción de la propia situación, carece de todo sentido, decimos, insistimos hoy. IDEAS, ANTES QUE LETRAS…No deja el maestro de jugar con la palabra y la ironía. Cuando propone los “medios de comunicación” clara que no alude a “Caminos, posadas y acarreo”.
“Los Medios de Comunicación que se dan en la Escuela son: Calcular, hablar, raciocinar, escribir y leer. PORQUE, para persuadirse y convencerse, y para convencer y persuadir a otro, Y PORQUE la escritura sirve: para calcular, para acordarse, para comunicarse a distancia, para instruir, y para salvar del olvido los hechos interesantes. VÉASE SI ES IMPORTANTE, destruir errores en la infancia, pronunciar, articular y acentuar las palabras, fijar su significación, ordenarlas en frases, darles el énfasis que pide el sentido, dar a las ideas su expresión propia, notar la cantidad, el tono y las figuras de construcción”.
Son medios de comunicación el cálculo (don Simón pedirá para esto mucha lójica y mucha matemática), el hablar (desarrollará todo un acercamiento entre la palabra oral y la escrita), el raciocinar (ligado al cálculo) y el escribir y leer que aparecen con toda claridad en los dos últimos cuadros. Leer era el momento final de la educación. No se llegaba a ese medio de comunicación sin ideas sociales y sin los instrumentos del cálculo, del habla y del raciocinio.
“Leer es resucitar ideas sepultadas en el papel; cada palabra es un epitafio: llamarlas a la vida es una especie de milagro, y para hacerlo es menester conocer los espíritus de las difuntas o tener espíritus equivalentes para subrogarlas; un cuerpo con ama de otro, sería un disfraz de carnaval; y cuerpo sin alma, sería un cadáver”
La misma actitud hacia los procesos sociales y los fenómenos naturales se tiende hacia la lectura: para captar todos los signos para no dejarse llevar por el signo dominante, hay que conocer temas, hay que llegar al texto con una capacidad de sentido. De lo contrario uno interpreta cualquier cosa, le mete el alma a otro cuerpo o bien no alcanza a entender nada.
“LEER, es el último acto en el trabajo de la enseñanza. El orden debe ser…Calcular-Pensar-Hablar-Escribir y Leer; No…leer-Escribir y Contar”
“Leer con sentido”, dirá en otra parte. Las propuestas tienen una coherencia terrible. La lectura de las situaciones sociales debe ir ligada a la lectura de los mensajes escritos. De un lado y de otro nuestro autor busca asegurar un apercepción distinta de la que venían desarrollando la escuela tradicional y la sociedad toda. El análisis de mensajes, diríamos hoy, el análisis del discurso, es la continuación, el complemento del análisis de la sociedad misma y de la naturaleza. La perspicacia espiritual no está para jueguitos de intelectuales. En esta capacidad de lectura se conjuntan las palabras y las cosas, las palabras y los seres. No estoy metiendo a presión esta obra en algunas hermosas propuestas de Foucault. Don Simón se refiere en más se una oportunidad al asunto:
“Palabras no son cosas, pero sirven para ordenarlas”, por ejemplo. Pero volvamos a nuestro tema “PRECEPTOS SOCIALES! Objeto principal de la Escuela!, Lo demás que se enseña en ella se traduce en dar MEDIOS DE COMUNICACIÓN, como HABLAR, ESCRIBIR, CALCULAR”
Pero se tendrá mucho cuidado con esos medios. Pone en ellos don Simón un énfasis constante, debido a la manera en que se domestica toda forma discursiva en la escuela, al modo en que se mal enseñan esos instrumentos. Dicho de otra forma: la escuela se reduce a sistemas de lenguaje, la escuela tradicional. Nada hay en ella de preceptos sociales ni de prácticas, de oficios, de contacto con tierra, metales y maderas. Y para colmo, a pesar de que se funda solo en lenguaje, lo enseña y lo hace practicar mal. Don Simón no utiliza la expresión “sistema de lenguaje”, pero critica esas practicas una y otra vez:
“LEER, ESCRIBIR, i CONTAR, es la Cartilla de las 1eras. Escuelas. LEEN, porque dicen atropelladamente, lo qe está en un librito qe saben de memoria. ESCRIBEN, porque llenan páginas enteras de rasgos i Palotes, de prisa pa acabar pronto. CUENTAN, porque cantan a gritos, la tabla, dicen…. doj vej doj = cuatt. trej vej sij = disioch; Si multiplican dicen… ocho po diej = ocehnt; si restan. quien de sinc, sic = náa; si dividen: en nueb siet= unn= i quean doj”
Y añade que lo mismo sucede con la lectura, ponen los maestros a los niños, por meses a cantar pe-ápa. pe-épe, pe-ípi…igual en el viejo mundo: “Yo he vivido muchos años allá, enseñando y viendo enseñar. No hablo por noticias”.
El verbalismo tradicional fue denunciado por don Simón con la misma fuerza con que muchos lo siguen haciendo ahora. Imposible formar, fundar repúblicas, con papagayos, con charlatanes, con quienes confunden las palabras con las cosas. El maestro llamaba la atención sobre los limites del discurso. No descalificaba la parte que a las palabras, a los escritos, le toca en la sociedad, pero reconocía esos límites.
“Con DECRETOS no se instruyen los pueblos, ni con RECETAS, se curan los enfermos”… Y más aún, con decretos no se cambian situaciones: “¡Empezar una CONSTITUCIÓN POLÍTICA! en nombre de Dios todo poderoso, autor y legislador de las Sociedades…HUMANAS!... i creer que con encabezamiento, se convierte un pueblo en otro….DE REPENTE (…)¡Declarar le INDEPENDENCIA diciendo que el País no es, si SERÁ JAMÁS! Propiedad, de una persona, de una familia, ni de una jerarquía; ¡ante Familias y Jerarquías que se creen dueños, no solo del suelo sino de sus habitantes!...con herederos forzosos instituidos por las leyes. (…) ¡Parece plan para un Romance!”
Sería injusto atribuirle al maestro la creencia de que con la escuela, con la lucha contra la ignorancia, podían acabarse los privilegios sociales. Sabía muy bien que se requerían obras, y su propuesta de ley para el establecimiento de colonias es muy clara en esto. Más aún, en su Defensa de Bolívar, afirma que el Libertador se vio obligado a entrar al Perú porque allí continuaban vigentes las practicas coloniales. Pero a la vez reconoció, en sus últimos escritos, que había un tiempo de las armas y otro de las plumas. Si ello tenía valor para el trabajo político, la formación de quienes conformarían la sociedad nueva se apoyaría también en el discurso. Y no solo la de ellos, sino también la de quienes estarían a cargo de la conducción. Dos líneas de análisis se nos abren aquí:
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